Del Evangelio según Marcos y cómo, en Egipto y Alejandría, la vida monástica fue instituida por él por primera vez.
Tanta luz dejó en los corazones de los oyentes Pedro, que después de haberlo escuchado, no podían estar satisfechos con aquello que habían aprendido sobre la palabra divina sin escritura. Por esta razón, con mucha contienda de ánimo, suplicaron a Marcos, quien seguía al apóstol, que les dejara un registro escrito de la disciplina transmitida sin escritura y que no se alejara hasta haber cumplido lo que se le había pedido. El apóstol, por el impulso divino del Espíritu, se complació muchísimo con la voluntad y deseo de esos hombres y, por lo tanto, aprobó el escrito a su juicio y estableció que se leyera en las iglesias. Este fue el motivo por el cual el Evangelio de Marcos fue escrito, según Clemente en la sexta de las Disposiciones. Y el obispo de Hierápolis confirma esto con Papías. Por lo tanto, se dice que el Evangelio de Pedro es el segundo Marcos. Pedro también menciona a Marcos en su primera carta, que se dice que compuso mientras estuvo en Roma, en la que también llama figuradamente a Roma como Babilonia, diciendo: La iglesia elegida en Babilonia los saluda, y Marcos, mi hijo (1 Pedro 5:13). Lucas también lo llama Juan en sus Hechos. Dicen además que este divino Marcos, enviado primero a Egipto y Alejandría, predicó el Evangelio que escribió, organizó iglesias y les dio las leyes de la vida solitaria de los cristianos monjes. Tanta fue la multitud de hombres y mujeres que desde el principio confluyó, que Filón, muy célebre en ambos géneros de filosofía, escribió sobre la filosofía, el establecimiento, las costumbres, la vida y la manera de mantenimiento de todos ellos. Se dice que llegó a un encuentro con Pedro, quien predicaba el Verbo divino en Roma, gracias a su fama.